Lo que Pat Metheny hizo el pasado 20 de septiembre es difícil de describir.
El guitarrista con una trayectoria de más de 50 años, 12 premios Grammys y una cantidad exorbitante álbumes, se embarcó en su primera gira en solitario, que si bien lleva el nombre de sus dos últimas producciones, es en realidad un recorrido por una selección de piezas curadas minuciosamente que abarca gran parte de su carrera.
En recital inició con un disclaimer, una grabación de aproximadamente 3 minutos en donde la voz de Pat doblada a su vez por una voz femenina, se encargaba de darle contexto al show que estaba por venir de la misma forma que yo lo hice en el párrafo anterior, algo que sinceramente no había visto nunca pero que tanto yo como cada persona en el público agradeció, ya que no parecía un spoiler, sino un preámbulo, una introducción, un prólogo que solo hacía crecer la emoción y la expectativa.
Se apagan las luces generales del recinto, se enciende la iluminación del escenario que se enfoca en el centro donde hay un set de varios amplificadores, un banco, un micrófono y 4 guitarras distintas alrededor.
Metheny aparece y sin decir una sola palabra, toma una de las guitarras e inicia tocarla como si fuera lo único que sabe hacer en esta vida, la mezcla de acordes poco comunes en una afinación poco común ejecutados con técnicas poco convencionales que incluyen sonidos percusivos deja claro desde el primer segundo que estamos ante un artista único, de esos que son difíciles de clasificar o describir, de esos que una opinión personal, una recomendación entre amigos o un artículo cómo el que yo estoy escribiendo difícilmente podría retratar con exactitud.
A lo largo del set, cada 3 o 4 canciones, Pat tomaba el micrófono y daba contexto de las piezas que acababa de interpretar y de los instrumentos con lo que lo hacía, ya que al igual que él y su arte, cada guitarra es única e irrepetible, pues son realizadas por una Luthier con la que lleva bastantes años trabajando y quién diseñó el instrumento que poco a poco a poco se vuelve emblemático del talentoso jazzista; la guitarra Pikasso, un instrumento de 4 mástiles y 42 cuerdas que a primera vista confunde e impacta a primera escucha cautiva y enamora.
En este artículo no veo necesario compartir el setlist, o dar detalle de alguna pieza en específico, puesto que el show de Metheny fue una experiencia holística y extremadamente sensorial, por lo que fue percibida más que como un todo.
Esperemos que su siguiente visita sea acompañado de una de esas bandas que suelen acompañarlo y que incluye instrumentistas de un nivel similar al suyo y podamos disfrutar de su arte de una forma distinta.