“Roto” llega como un susurro que se filtra por los rincones de nuestra memoria y se instala allí, entre luces difusas y espacios vacíos aunque a nuestro alrededor nada deje de moverse. La canción, parte del universo sonoro del artista mexicano CHITU; mezcla la delicadeza de teclados que evocan cajas de música antiguas con un beat constante y pausado, y ligeras notas de guitarra. Cada elemento construye un espacio sonoro donde la melancolía se mueve, respira y, paradójicamente, invita a caminar mientras la tristeza se acomoda entre los hombros. Es una melancolía activa.
CHITU, quien se auto define como “cuenta cuentos urbano”, lleva esta esencia a cada frase de la canción. Su voz se despliega con teatralidad contenida, transformando el dolor de amar y perder en narrativa poética. La línea entre el pop-rock gótico y la sensibilidad íntima se borra, y uno se encuentra absorbido por un relato que parece escrito en tinta invisible en un diario secreto. Las comparaciones con Juan Son son inevitables: hay en su interpretación un registro que mezcla teatralidad, vulnerabilidad y humanidad, donde cada frase parece cargada de historia y memoria.
El videoclip, por su parte, amplifica esta sensación de fragilidad ritual, aquí nos rememora a otros grandes de la escena nacional como Malcriada o Descartes A Kant. Un cuarto oscuro, globos desinflados colgando del techo, peluches suspendidos en el aire y luces tenues construyen un escenario donde la ausencia se vuelve palpable. Las actrices encarnan muñecas animatronicas, cuyos movimientos parecen dictados por un resquicio de memoria que se niega a desaparecer. CHITU aparece como un mimo gótico: un personaje que respira nostalgia y soledad, y que, al mismo tiempo, convierte cada gesto en un acto poético de desamor. La combinación de estos elementos permite que el videoclip haga tangible la fragilidad del corazón que la letra describe.
A nivel sonoro, “ROTO” es un equilibrio delicado entre textura y ritmo. Los teclados emulan el tic-tac melancólico de una caja de música antigua, mientras que el beat mantiene un pulso tenue que recuerda a pasos sobre adoquines mojados. Las guitarras aparecen como acentos que acompañan las emociones, nunca saturando, siempre recordando que incluso en la tristeza hay movimiento, y que un corazón roto puede seguir latiendo sin perder su forma. La canción tiene un aire melancólico y relajante, ideal para escucharse en momentos de introspección, pero también para acompañar un paseo nocturno por la ciudad, donde cada luz y sombra parecen narrar una historia propia.
“ROTO” es un ritual sonoro que transforma el desamor en arte. Entre cajas de música, beat sutil, guitarras susurrantes y narrativa poética, CHITU reafirma su identidad de alguien que convierte cada emoción en relato, y cada relato en experiencia compartida.